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Entre fantasmas….. y fantasmones

He titulado esta entrada como la famosa serie americana que lleva el mismo nombre (Ghost Whisperer).

 Y es que cuando escribí la entrada del blog dedicada al Preventorio de Aigües, me quedé con las ganas de hablar un poquito más de este tema.

 Y no porque me guste ni me apasione, al contrario, me da “caguitis”, porque a estas alturas no lo voy a llamar “respeto” al temor sobre este tema. Y más de uno sentirá lo mismo que yo, aunque se haga el valiente y diga cosas como: -“Yo no tengo miedo a los fantasmas, solo les tengo respeto”, “Ellos en su mundo y yo en el mío, no quiero molestarlos”- jajajajajajajaja.

 Mentira, es todo mentira, al igual que yo, todo el que dice cosas como esas, está más asustado que un gato en una perrera.

 Es un mundo en el que hay mucho misterio, muchas incógnitas. Y como en todo tema que se precie, hay escépticos y apasionados.

 Yo estoy entre los dos, ni creo mucho ni creo poco.

 Sé que existen fuerzas y energías, porque es imposible que una persona al morir haga eso, morir sin más. Toda la energía que hay en ese cuerpo tiene que ir a algún sitio, pues ya sabéis, la energía ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma.

 Pero que crea en eso, no quiere decir que crea en que la energía va vagando por ahí con forma espectral ni para darnos miedo ni cosas de esas.

 Así que yo mismo, como está muy de moda eso ahora de hacer fantasmitas con las luces, me he decidido a enseñaros algunos fantasmones que creé hace un tiempo.

 Unos los hice para un concurso interno que tiene la AFNovelda, y los otros por pura diversión y probar nuevas técnicas.

 La del fantasma de la calavera, he de reconocer que saqué la idea de unas fotos que vi de Pedro J. Alcázar “El niño de las luces” de fantasmas creados con una placa, que me gustó mucho la idea y me decidí a crear mi propio material para hacer estas fotografías.

 Ahora ya es algo que está muy extendido y mucha gente lo hace, pero creo que cada uno le da su toque personal. Eso es bueno, a más variedad, más impresiones.

 Las fotos 1 y 2 están hechas para el concurso que os comentaba, y tengo que dar las gracias a mi hermana Miriam por posar para mí y aguantar todas las pruebas que hice con ella, y también dárselas a mi mujer Reme, que esa noche me la llevé de utillera y tuvo que aguantarme todos los bártulos y lucecitas que llevaba.

 La foto 3 la hice con la famosa placa de la calavera y utilizando hilos luminosos para crear el efecto de espectro.

Este es mi pequeño aporte al mundo espectral, que ya que yo no los veo, pues me los invento.

Y mejor, prefiero seguir inventándomelos a tener que verlos realmente! jejeje

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Mirando al mar soñé…


En primer lugar, después de mi parón navideño en el blog (unos 20 y tantos días sin escribir), quiero felicitaros el año nuevo y desearos que el año que acaba de entrar, sea muy bueno para vosotros fotográfica y personalmente hablando.

 Y una vez dicho esto, paso a relataros mi nueva entrada.

 Pues tal y como dice el título, haciendo referencia a la mítica canción del maestro  Jorge Sepúlveda, mirando al mar soñé…

 Y empiezo así, porque no creo que haya otro marco comparable al mar para invitarte a soñar. O por lo menos, eso me parece a mí.

 Puede ser que sea yo, que soy muy soñador, pero cuando estoy delante del inmenso mar, mi mente se abre de tal manera que los pensamientos, sueños y recuerdos corren veloces en mi cabeza.

 

Y es que como he dicho antes, creo que el susurro del mar, la tranquilidad que emiten sus aguas y ese olor de la brisa marina, te invitan a soñar y a traer al presente todos esos recuerdos que tienes de tu infancia, sobre todo si son recuerdos que viviste frente al mar.

 En mi caso, cada vez que salgo a fotografiar a una playa o cerca del mar, siempre me llegan los mismos recuerdos.

 Me acuerdo de mi padre, que me llevaba a pescar con él cuando yo era un crío, y pasábamos largas noches de verano frente al mar, mirando la punta luminosa de la caña a ver si picaba algún pez. A veces volvíamos con algún buen trofeo pero otras, solo nos picaban los mosquitos, jejeje.

 He de reconocer, que gracias a esa afición de pescar que me contagió mi padre (que por cierto tendré que plantearle de volver a salir alguna noche ya que hace muchos años que no vamos), tengo que darle las gracias porque creo que fue el detonante de mi pasión por el cielo nocturno.

 

Todas esas noches mirando el cielo estrellado, las luces sobre el mar, la Luna, las estrellas fugaces, etc…

 

Ahí empecé a interesarme por los planetas, las constelaciones, los movimientos celestes y demás fenómenos astronómicos.

 

Poco a poco, con el paso del tiempo, esos intereses han ido formando parte de mi vida, de una manera o de otra, hasta llegar a descubrir mi afición por la fotografía y mezclarse con ella, culminando en esta pasión que tengo ahora por la fotografía nocturna.

 Y digo culminando, pero aun sé que me quedan muchas cosas por descubrir en este campo.

 A lo que iba. El mar.

 Es increíble pensar en la inmensidad que abarca. Tres cuartas partes del planeta Tierra es agua.

 Y nosotros seguimos pensando que somos los seres por excelencia y dominantes del planeta.

¿Cuántas especies diferentes conocidas habrá en el ecosistema marino? ¿Y si a eso le sumamos las especies desconocidas aun por descubrir?

 

Si de una cosa estoy concienciado, es de que hay que conservar todo lo que esté relacionado con el mar, ya que si le hacemos daño ahora, en un futuro ese daño se volverá contra nosotros. Llamarme paranoico pero yo soy de los que cortan en pedacitos los plásticos redondos que unen los botes de refrescos, para que si esa basura llega al mar (que desgraciadamente mucha lo hace), no perjudique a peces y aves marinas dejándolos atrapados hasta que mueren.

 Las playas, los arrecifes, los acantilados, la fauna marina… Todo es un regalo de la naturaleza que debemos cuidar. Solo así podremos obtener bellas fotografías de todos esos lugares.

Aunque siempre habrá el que se empeñe en destruirlo con sus basuras y desperdicios, pero no voy a entrar ahora en ese tema pues no merecen mis palabras.

 Las dos fotografías que os voy a mostrar a continuación, son imágenes de mar.

 Imágenes que en cierto modo, a mí personalmente, me transmiten calma, paz y tranquilidad.

Son esos sitios de los que hablo, de los que cuando estás en ellos tu mente se abre y se ponen en marcha los recuerdos. Lugares que te invitan a soñar, que transportan tu mente a esos rincones del pasado que creías olvidados.

 La primera fotografía está realizada en la famosa y archifotografiada “Cala del Charco”.

Simplemente es una versión más de ese lugar que tanto me gusta.

 La segunda fotografía está tomada en la cala de Racó Conill, un lugar fantástico y precioso pero nada recomendable para los fotógrafos solitarios. Todo aquel que conozca el sitio sabrá por qué lo digo.

 Espero que os gusten las dos y me despido de vosotros hasta la próxima entrada.

 Sed cuidadosos con el entorno que os rodea.

 Un abrazo.

 
 
cala charco


                                                                                                   raco conill

Reflejos

En el claro charco de agua,
 las bellas estrellas se bañan.
Tristes, dulces, dormidas,
su reflejo pierden al alba.
Juntas en los rincones relucen
sus destellos de formas varias,
dibujos estelares de estrellas,
siluetas que la noche cambia.
Lindezas, maravillas y bellezas,
que viven en el charco de agua.
 
Con estos versos propios, quiero dar comienzo a una entrada que me remonta a la etapa de mi infancia. Y es que desde bien niño, siempre he sentido cierta atracción por los reflejos.
 
En mi cabeza surgían pensamientos, preguntas y reflexiones difíciles de responder de una manera lógica para mi corta edad.
-¿Por qué en un charco se veía reflejada la casa que estaba al lado?
-¿Por qué los espejos nos mostraban exactamente lo mismo que estaba delante de ellos pero al revés?
Todas estas preguntas se iban respondiendo solas con el paso del tiempo y gracias a mis profesores de “Naturales”, que me quitaron esa inocencia sobre el mundo paralelo que existía al otro lado del espejo, al explicarme la reflexión de la luz sobre los objetos de material reflectante.
Pero en fin, me quedo con esa sensación de inocencia que abordaba mi cabeza de manera casi inevitable y que sentía cada vez que me miraba en un espejo.
-¿Cómo era posible que yo estuviera delante de mí mismo?
Era un sentimiento que me fascinaba. Intentaba engañar al espejo haciendo movimientos rápidos, pero no había manera de hacerle caer en la trampa.
Todo esto os puede sonar a gilipollez pero eran los pensamientos de un niño curioso que buscaba una razón lógica para ese fenómeno.
Y me apuesto lo queráis, a que más de uno de vosotros que me estáis leyendo, hizo en algún momento de su vida algo parecido.
-¿Quién no se ha arrimado hasta tocar un espejo con la cara para poder ver si las cosas que estaban a la derecha y a la izquierda del cristal también se podían ver reflejadas?
Y si, estaban ahí.
-¿Cómo es posible que si no estaban delante, también se reflejaran?
Seguro que alguno se le ha escapado una sonrisilla ahora porque sabe de lo que hablo y lo ha hecho alguna vez, jejeje.
Es por eso que ahora, en mi etapa de “madurez” (por no decir más bien “inmadurez en su última fase”), me siguen atrayendo los reflejos. Me gusta recordar esas sensaciones de antaño, volver a tener esos pensamientos al ver cualquier cosa reflejada, ya sea en un espejo, en un charco o en un escaparate de alguna tienda….
Es una manera de mantener viva mi mente.
Así que gracias a la fotografía nocturna que ahora es lo que me apasiona, he podido reconciliarme con esos momentos de mi niñez y usarlos para componer muchas de mis fotografías.
En la noche, se pueden apreciar bellísimos reflejos tanto en los cristales de las ciudades, como en las luces sobre el mar.
Me gusta poder meter un reflejo en algunas de mis fotografías porque son como puertas hacia un mundo paralelo al nuestro, un portal hacia otra dimensión con nuestras mismas características pero al revés de lo que percibimos.
¿Quién no ha pensado alguna vez en cruzar al otro lado del espejo o introducirse a través de un charco para ver la vida desde el otro lado?
Yo sin duda, si pudiera hacerlo, ya lo habría hecho. Igual sería una manera de ver las cosas con más optimismo y de una manera diferente.
Pero por desgracia, esto no es posible, así que me toca seguir recreando esos mundos en mi mente y a poder ser en algunas de mis fotografías.
Hoy os voy a enseñar dos fotografías en los que aparecen esos reflejos que tanto me gustan. Tengo muchísimas más de esta categoría, pero quiero enseñaros dos que me encantan, no porque sean unas fotos buenísimas, que no lo son, sino porque representan esos sentimientos míos de los que os he hablado.
Son dos fotografías diferentes en las que aparece el mismo charco, reflejando lo que hay en el cielo.
La primera está realizada mirando al este, para reflejar las estrellas que había esa noche. Aproveché el paso de un coche para que saliera reflejado también y le diera más vida a la foto.
La segunda, está realizada mirando al oeste, sacando  el mismo charco, pero esta vez reflejando esa Luna a la que tanto adoro.
Espero que os gusten las fotografías, o al menos podáis ver en ellas esos sentimientos y pensamientos que he decidido compartir con vosotros.
¡Nos vemos en la próxima entrada amig@s!
  
 
 Un abrazo.
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El preventorio de Aigües de Busot


Miedo, miedo y más miedo. Una sensación primitiva que aborda a los seres humanos desde el principio de los tiempos.
Miedo sentía el cavernícola que se enfrentaba a un mamut; el miedo, se apoderaba del caballero que se batía en duelo en una Justa; mucho miedo es lo que sentía el cowboy que media su destreza en un tiroteo cruzado.
Pero todos ellos sabían que tenían que hacerlo, unos para sobrevivir y otros para demostrar su hombría, debían superar el miedo de cualquier manera.
Pues un poco así  me sentía la otra noche, cuando me aventuré a visitar el famoso “Preventorio de Aigües” con la compañía de mis amigos “Los Estrellaos”.
La verdad que no era miedo en sí, pues yo tampoco es que tenga ese sentimiento hacia lo oscuro y las historias fantasmales, más bien tengo respeto. (Es lo que se suele decir para quedar como un machote, jejeje)
Y es que si a algo tengo más miedo que a los fantasmas y los muertos, es sin duda a los vivos. Somos mucho más peligrosos. Pero este tema no lo voy a abarcar hoy porque me faltaría blog para describirlo.
He de reconocer, que el antiguo hospital acojona con solo su presencia. Es una construcción monumental de gran envergadura en el que el paso del tiempo, las gamberradas y las historias que de él se cuentan, lo han hecho más terrorífico si cabe.
Y es que antes de ser hospital, fue un famoso hotel llamado «Hotel Miramar», que se construyó sobre los restos de unas termas romanas allá por el año 1816. Unos cuarenta años después, el estado compró el edificio para convertirlo en un hospital infantil destinado exclusivamente para la prevención de la tuberculosis.
En aquel entonces, la medicina no era nada avanzada, y no disponían de una cura real para esta enfermedad, por lo que cuentan las historias que allí perdieron la vida miles de personas, la mayoría de ellos niños. (hecho del que no existe o no se ha encontrado ningún archivo documentado que lo verifique, solo leyendas y habladurías).
Es por eso que ahora, las historias convierten este edificio en un lugar atractivo para fotografiar o para realizar investigaciones paranormales.
Yo me quedo con la primera opción, jejeje.
Al principio he dicho que sentí un poquito de miedo, o respeto, porque no tuvimos la mejor idea al elegir la noche para visitar el preventorio, pues fue una noche de mucho aire, y cuando digo mucho, es mucho.
Las puertas y ventanas se abrían y cerraban, dando fuertes golpes y produciendo estridentes chirridos. Si eso lo sumas a la sugestión que ya lleva uno encima por haber escuchado o leído las cientos de historias que se cuentan de ese lugar, pues para qué os quiero contar más.
Aun así,  tuve el valor de entrar al recinto para poder realizar las fotografías que os voy a mostrar.
Entré a acompañar a mi amigo Paco Pastor, que ya se me había adelantado a entrar, y es que Paquito no le tiene miedo a nada, nada más que a él mismo! jejeje. (Hubieron otros dos que se quedaron rezagados en La Nocturneta, porque decían que tenían frío……)
Para quien no lo sepa, La Nocturneta es la furgoneta del tío Paco que nos lleva allí donde queremos afotar en la noche, sin importar el terreno. Ya quisieran muchos 4X4 caminar como lo hace ella.
El sitio durante la noche, tiene un ambiente muy tétrico. Pero el colmo de todos los colmos, es que por si no fuera poco, mientras estábamos realizando las fotos, un par de gatos negros tan cebados que parecían panteras, pasaron por mi lado y se me cruzaron por delante. Los pobres animales no tienen culpa pero, ¡menudo susto me dieron los condenados!
Poco más os puedo contar ya de aquel lugar que no sepáis la mayoría. Y el que no conozca el sitio, puede indagar por internet y descubrir las historias que de él se cuentan.
Invito a todo aquel al que le guste la fotografía y no tenga pánico, a que vaya un día a visitarlo.
Vale la pena hacerlo. De noche o de día, eso ya es elección vuestra, pero pienso  que de noche tiene un ambiente especial y diferente, por las sombras que se crean en cada una de las ventanas y recovecos del edificio.
Además, pienso que de vez en cuando, tener ese pequeño sentimiento de “miedo”, nos viene bien para demostrarnos una vez más, que las personas estamos hechas de emociones, y que no somos absolutamente perfectos.
Aquí os dejo dos fotografías del sitio.
La primera está hecha con una temperatura de color fría, para conseguir ese cielo naranja, pintado por la contaminación lumínica, que le da un poquito más de tetricidad al escenario.
La segunda está hecha al contrario, usando una exposición un poquito más larga, sin iluminar, para conseguir un cielo azul lleno de estrellas, que le dan un aire diferente al lugar.
Espero vuestros comentarios y críticas.
Nos vemos en la próxima entrada.
¡Un abrazo a tod@s!
5-preventorio1

      Hospital maldito

5-preventorio2
                                                                                                              Tétrico paisaje

                                                                                                       La Nocturneta